Federico Cantini

[Cayendo hacia adelante] Muestra de Federico Cantini

Federico Cantini


Federico Cantini (Rosario, 1991)

Vive y trabaja en Rosario, donde dirige Jamaica ART Gallery. Se formó en clínicas de obra con destacados artistas y curadores. Participó en Beca para artistas del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (2013) y en el Programa de Artistas de la Universidad Torcuato di Tella (2015).
Desde 2012 llevó adelante numerosas exposiciones y participó en muestras entre las que se destacan las de Galería Pasto, Museo Histórico Provincial de Rosario Dr Julio Marc, Fundación Andreani, Centro Cultural Recoleta, Diego Obligado Galeria de Arte y Museo Castagnino Macro.

 

El Centro Cultural Contraviento inauguró la muestra “Cayendo hacia adelante” del artista rosarino Federico Cantini (1991) con textos de Daiana Henderson. La exposición de una serie de bajorrelieves en madera y una obra hecha de barro natural del río Paraná ocupó la pequeña sala de Contraviento con gran interés del público.


Se trata de episodios artísticos que representan situaciones dramáticas, tensas y violentas de la ciudad. Situaciones duras como la madera del nogal que Cantini talla y rebarba, a la que le pone fuerza y sentimiento. Situaciones oscuras como el barro crudo que manosea hasta sacar algo en limpio, pero no inmaculado.

 

“Son pequeños episodios”, dirá, sin más, el artista, sin querer entrar en detalles porque prefiere no hablar; que hable la madera y sus tajos, que hable el barro cocido y esculpido.


Más que hablar, las obras guían hacia un universo citadino, empantanado y astillado, que encuentra una conexión con el eje temático Cultura y Narcotráfico en Rosario de Contraviento.


Puntualmente, conecta de manera sutil con la poesía Diego, de Eduardo D’Anna, que se exhibe en la sala contigua de Contraviento.


La intertextualidad se aprecia al leer y observar ambas obras. Asoman la espera, la desesperación, el desamparo, visitas no correspondidas, amores no correspondidos, y sitios de una Rosario famélica sin demasiada hambre.




“Está mirando como quien espera que llegue alguien. Ojalá, piensa él, alguien llegue. Y ojalá fuera él, piensa. Ojalá un día fuera él el que su madre espera, y se da cuenta de que hace mucho que no pensaba, no se tomaba el trabajo de pensar, aunque sea un poco”, escribe D’Anna y rima con aquellas maderas que Cantini desgarró hasta darle una figura y sentido.


“Las paralelas se cortan en el infinito, allí, justo donde ella, parada en la puerta de su casa, tiene puestos los ojos. Hace frío, el sol baja. Sólo queda la luz. Pero él no vuelve a casa”, relata D’Anna y podrá rimar, sin dudas, con la obra del joven artista.




Barro
Cantini cruza a remo desde hace años a la isla a recoger barro para sus esculturas. Cuenta que hay prueba y error en la elección del lugar de donde se servirá la materia prima. Aquí es muy arenosa, allí muy blanda.


El término medio es cuestión de olfato y también de azar, porque la naturaleza despista: en cuestión de horas el río puede cambiar la fisonomía y esencia del terreno.


El trabajo de Cantini recorre un camino similar a esa fuerza natural para labrar y darle un nuevo sentido al barro hasta convertirlo en “pequeños episodios”.

OBRAS: 

 



 

 

 

 

 

 

 

CENTRO CULTURAL CONTRAVIENTO
Federico Cantini

[Cayendo hacia adelante] Muestra de Federico Cantini

El Centro Cultural Contraviento inauguró la muestra “Cayendo hacia adelante” del artista rosarino Federico Cantini (1991) con textos de Daiana Henderson. La exposición de una serie de bajorrelieves en madera y una obra hecha de barro natural del río Paraná ocupó la pequeña sala de Contraviento con gran interés del público.


Se trata de episodios artísticos que representan situaciones dramáticas, tensas y violentas de la ciudad. Situaciones duras como la madera del nogal que Cantini talla y rebarba, a la que le pone fuerza y sentimiento. Situaciones oscuras como el barro crudo que manosea hasta sacar algo en limpio, pero no inmaculado.

 

“Son pequeños episodios”, dirá, sin más, el artista, sin querer entrar en detalles porque prefiere no hablar; que hable la madera y sus tajos, que hable el barro cocido y esculpido.


Más que hablar, las obras guían hacia un universo citadino, empantanado y astillado, que encuentra una conexión con el eje temático Cultura y Narcotráfico en Rosario de Contraviento.


Puntualmente, conecta de manera sutil con la poesía Diego, de Eduardo D’Anna, que se exhibe en la sala contigua de Contraviento.


La intertextualidad se aprecia al leer y observar ambas obras. Asoman la espera, la desesperación, el desamparo, visitas no correspondidas, amores no correspondidos, y sitios de una Rosario famélica sin demasiada hambre.




“Está mirando como quien espera que llegue alguien. Ojalá, piensa él, alguien llegue. Y ojalá fuera él, piensa. Ojalá un día fuera él el que su madre espera, y se da cuenta de que hace mucho que no pensaba, no se tomaba el trabajo de pensar, aunque sea un poco”, escribe D’Anna y rima con aquellas maderas que Cantini desgarró hasta darle una figura y sentido.


“Las paralelas se cortan en el infinito, allí, justo donde ella, parada en la puerta de su casa, tiene puestos los ojos. Hace frío, el sol baja. Sólo queda la luz. Pero él no vuelve a casa”, relata D’Anna y podrá rimar, sin dudas, con la obra del joven artista.




Barro
Cantini cruza a remo desde hace años a la isla a recoger barro para sus esculturas. Cuenta que hay prueba y error en la elección del lugar de donde se servirá la materia prima. Aquí es muy arenosa, allí muy blanda.


El término medio es cuestión de olfato y también de azar, porque la naturaleza despista: en cuestión de horas el río puede cambiar la fisonomía y esencia del terreno.


El trabajo de Cantini recorre un camino similar a esa fuerza natural para labrar y darle un nuevo sentido al barro hasta convertirlo en “pequeños episodios”.

OBRAS: 

 



 

 

 

 

 

 

 

Federico Cantini